El niño y las estrellas de mar.
- thelivehub
- 15 mar 2016
- 3 Min. de lectura
Dr. Loren Eiseley (1907-1977)
Cuenta la historia que este viejo vivía cerca del mar y que todos los días, salía a caminar muy temprano por la playa, para reflexionar, para pensar y posteriormente escribir algo.
Una mañana cuando iba caminando por la playa, sucedió algo diferente. Mientras caminaba, vio a lo lejos a un joven que algo hacia. Agarraba algo y lo arrojaba al mar. Le llamó la atención, ya que a esa hora casi nunca se encontraba a alguien, y mucho menos que fuera un joven. Le sorprendió la presencia del joven y que insistentemente recogía algo y lo arrojaba al mar. Se pregunto;
-¿Estará haciendo ejercicio?… ¿Estará bailando?… o simplemente ¿estará gozando de la vida?
Después de un rato al tratar de alcanzarlo, se acercó a él y después de saludarlo le pregunto:
- Le he visto desde muy lejos con ese entusiasmo y esmero, pero me llama la atención ¿Qué hace? Le pregunto aquel viejo.
El joven le dijo:
- Hoy amanecieron muchas estrellas de mar tiradas sobre la playa, el sol estará muy fuerte y la marea empieza a bajar, si no las recojo y las aviento al mar, se van a secar, se van a morir, por eso las estoy regresando al mar.
El viejo le dijo:
- Se ve que usted es muy joven todavía, No se da cuenta que son miles y miles las estrellas de mar que están tiradas en la playa en este momento y que son kilómetros de playas. Señalándole el horizonte.
-¿Cree que valdrá la pena su esfuerzo, de estar arrojando una por una las estrellas al mar? Le pregunto.
El joven no le dijo nada, lo miro respetuosamente, se agacho a agarrar una estrella y con el mismo entusiasmo la arrojo muy lejos al mar, regreso y le dijo a aquel viejo,
- Señor, para aquella estrella que cayó al agua. Ya valió la pena. No morirá y tendrá una nueva oportunidad.
Ante aquella respuesta, el viejo no supo que contestar, sintió algo de vergüenza, se dio la media vuelta y se fue.
Moraleja:
Cuenta la historia, que por la tarde, cuando el viejo trataba de reflexionar en su casa, el joven lo seguía y lo seguía en su mente arrojando estrellas al mar, una y otra vez insistentemente. Sabía que había un mensaje detrás de todo esto, pero no lo comprendía.
Y fue por la noche, cuando entendió, que realmente nunca había hecho nada por los demás, que solo había sido un observador en su vida, y que en cambio aquel joven con esa acción tan sencilla, de estar arrojando estrellas al mar, estaba participando, estaba haciendo algo importante por la vida y con ello, estaba dejando su huella en el universo.
Le dio tanta vergüenza este hecho que esa noche no durmió pensando en todo lo que tenía que hacer para trascender en su vida. Realizar enormes proyectos o grandes acciones en beneficio de los demás. No se daba cuenta que en la sencillez estaba la grandeza. Lo que si le ayudó fue tomar una decisión, la decisión de ya no ser un observador y que debía participar activamente en la vida. No tenia claro en como hacerlo, pero sabía que tendría que participar, que algo ocurriría.
A la mañana siguiente, se levanto muy temprano, confundido pero con un nuevo mensaje en su corazón. Se fue a caminar a la playa como todos los días, donde se encontró al joven de nuevo, arrojando estrellas al mar. Lo saludo afectuosamente y ahí entendió… recogió una estrella... y la arrojo muy lejos al mar. Comprendió la grandeza en esa sencillez, y se puso a ayudarle al joven a arrojar una y miles de estrellas al mar durante todo el día.
Decidió ya no ser un observador, decido participar, ayudar, y junto al joven, decidió también dejar su huella en el universo.
Tal vez transformar el mundo sea inalcanzable para un hombre, tal vez nunca lo logremos pero vale la pena compartir la transformación para cada estrella alcanzada.

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